domingo, 29 de enero de 2012

Asamblea en la carpintería

• Cuentan que, a media noche, hubo en la carpintería una extraña asamblea. Las herramientas se habían reunido para arreglar las diferencias que no les dejaban trabajar.
El martillo pretendió ejercer la presidencia de la reunión pero enseguida la asamblea le notifico que renunciara:
-    No puedes presidir, Martillo- le dijo el portavoz de la asamblea-, Haces demasiado ruido y te pasas todo el tiempo golpeando.
El Martillo acepto su culpa pero propuso:
-    Si yo no presido, pido que también sea expulsado el tornillo, puesto que siempre hay que darle muchas vueltas para que sirva para algo
El Tornillo dijo que aceptaba su expulsión pero puso una condición:
-    Si yo me voy, expulsad también a la lija, puesto que es muy áspera en su trato y siempre tiene fricciones con los demás.
La Lija dijo que no se iría a no ser que fuera expulsado el metro, -Afirmo-
-    El Metro se pasa todo el tiempo midiendo a los demás según su propia medida como si fuera el único perfecto.
Estando  la reunión en tan delicado momento, apareció inesperadamente el carpintero que se puso su delantal e inició su trabajo, utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Trabajó la madera hasta acabar el mueble. Al terminar su trabajo se fue.
Cuando la carpintería volvió a quedar a solas, la asamblea reanudo la deliberación. Fue entonces cuando el serrucho, que aún no había tomado palabra habló:
-    Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades; son ellas las que nos hacen valiosos. Así que propongo que no nos centremos tanto en nuestros puntos débiles y que nos centremos en la utilidad de nuestros puntos fuertes.
La asamblea valoró entonces que el martillo era fuerte; el tornillo unía y daba fuerza; la lija era especial para afinar y limar asperezas; y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.